jueves, 5 de septiembre de 2013


Unas breves (y airadas) líneas sobre los mastines de la comarca de U., edén de edenes si no fuera por esta plaga semisalvaje que infesta la zona .En la lejanía se muestran al espectador en toda su majestad, vigilando, rutilantes, su rebaño de ovejas con flema leonina; la escena, como digo, envuelva al caminante desde la distancia con el hipnótico arrobo de un paisaje de la sabana africana.  Pero la cosa cambia en las distancias cortas cuando, a la salida de una curva, en el regreso de una soñadora y poética caminata, el inocente paseante se encuentra con media docena de estos licántropos hipertrofiados sellándole el paso con gruñidos heladores: la belfo babeante, incrustadas las garras en el asfalto y  los ojillos revirados en un amarillo turbio y asesino. Estas bestias pendencieras y descontroladas (alimentadas por sus dueños con algún pienso transgénico y multivitaminado, a todas luces ilegal) abandonan sus tareas de vigilancia a capricho y se agrupan en manadas de asalto que tienen, desde hace un tiempo, aterrorizado a todo el barrio.                      

En esta pugna darwiniana,  de supervivencia pura, de enfrentamiento abierto entre el hombre civilizado y la fauna local salvaje  e incontrolada, he decidido tomar la iniciativa y adquirir contrareembolso un ahuyentador de perros ultrasónico – extreme ultrasonic dog repeller, así reza la publicidad, que asegura la reducción fulminante de cualquier tipo de cánido agresivo con tan solo apretar un botón-.