Unas breves (y airadas) líneas sobre los mastines de la comarca de U.,
edén de edenes si no fuera por esta plaga semisalvaje que infesta la zona .En
la lejanía se muestran al espectador en toda su majestad, vigilando,
rutilantes, su rebaño de ovejas con flema leonina; la escena, como digo,
envuelva al caminante desde la distancia con el hipnótico arrobo de un paisaje de
la sabana africana. Pero la cosa
cambia en las distancias cortas cuando, a la salida de una curva, en el regreso
de una soñadora y poética caminata, el inocente paseante se encuentra con media
docena de estos licántropos hipertrofiados sellándole el paso con gruñidos
heladores: la belfo babeante, incrustadas las garras en el asfalto y los ojillos revirados en un amarillo
turbio y asesino. Estas bestias pendencieras y descontroladas (alimentadas por sus
dueños con algún pienso transgénico y multivitaminado, a todas luces ilegal) abandonan
sus tareas de vigilancia a capricho y se agrupan en manadas de asalto que
tienen, desde hace un tiempo, aterrorizado a todo el barrio.
En esta pugna darwiniana, de supervivencia pura, de enfrentamiento abierto entre el
hombre civilizado y la fauna local salvaje e incontrolada, he decidido tomar la iniciativa y adquirir
contrareembolso un ahuyentador de perros ultrasónico – extreme ultrasonic dog repeller, así reza la publicidad, que
asegura la reducción fulminante de cualquier tipo de cánido agresivo con tan
solo apretar un botón-.