“Singularidades”.
La palabra se repite, burlona, a lo largo de varias páginas de mi libreta. Los
astrofísicos aluden con este término a los agujeros negros, leo en mis notas,
puntos de oscuridad impenetrable, suspendidos en el espacio y a los que no
puede aplicarse ninguna de las leyes columbradas por el hombre hasta la fecha:
“…esquinas oscuras y recovecos que se prestan para cualquier actividad
inapropiada. Los villanos podrían tener en ellos oportunidad de falsificar
moneda, preñar a las monjas y canalladas semejantes…”, clamaba con desprecio
Miguel Ángel contra los planos de Sangallo el Jóven, ideados para la Iglesia de San
Pedro y que, parece, dibujaban con torpeza excesivos puntos ciegos en la futura
edificación.
Las
estrellas muertas –origen, a decir de los estudiosos, de los agujeros negros-
son descritas como devoradoras de masa insaciables cuya densidad infinita no
admite juicio alguno y en las que no impera más ley que la de una gravedad
primigenia y desatada que acabará chupándolo todo. El total de la masa
universal reconcentrada en la paradoja de un centro inextenso donde vacío e
infinito serán indistinguibles. Todo esto me trae a la memoria la críptica
sentencia de Miyamoto Musashi, samurai invicto –ahí es nada- y autor en el
S.XVI de El libro de los cinco anillos, manual fundacional del bushido
que recoge, entre otras, la siguiente iluminación: “…el significado de vacío consiste en que existe el reino en
que nada existe, o no puede ser conocido, o se ve como vacío.”
Sigo,
así, divagando, salvando del viento estas palabras que transcribo en mi
cuadernillo, pequeñas pompas burbujeantes, huyendo en su ascensión de este útero
primigenio de gravedad al que estamos todos condenados a volver. Construyo a
empellones este falso diario verdadero por el que mi ego alterado deambula como
el fiel reflejo de una sombra: leal y suspicaz a un tiempo; atento a todos y
cada uno de mis movimientos; vigilante incansable, inalterado, insomne,
insolente, sobre todo, insolente. Quién se habrá pensado que es. Quién me habré
pensado que soy, quién me habré pensado que soy…