(Receta para la felicidad)
Saludar una mañana a
Mondigliani,
bañar a los caballos
en el mar,
despertarse en el
silencio de un abrazo,
sonriendo a
todas las cosas del
mundo
con la boca cosida de
alegría.
Alargar los pasos más
que nunca,
el viento
jugando entre las
piernas,
el suelo libre de puñales,
nadie gritando al
caminar.