viernes, 16 de diciembre de 2011

El dolor ha frenado mi carrera y me ha tumbado impotente en la hierba húmeda que rodea la pista. Paralizado, me abandono a la lluvia de este día gris y contemplo las nubes altaneras pasearse sobre mi rostro.

Por el rabillo del ojo veo acercarse dos siluetas familiares, una oronda, trastabillando la otra, Sancho y Quijote descabalgados: “Trece vueltas”, me espetan al unísono. “¿Cómo?, respondo desconcertado. “Hoy sólo trece vueltas, ¿la lluvia?”.