domingo, 10 de noviembre de 2013


En mi agitada sesera se mezclan ahora los ataques e invectivas del descontrolado terapeuta y mis lecturas extraviadas de estos días. El cocktail letal de terapia y metafísica me ha decidido a combatir esta postura mía de sastrecillo amohinado, a enderezar mi retorcido espinazo, combado como la torturada rama de un árbol ajado por la falta de luz y el peso agotador de las brumas…

Paseo estos días por la calle con forzada ufanidad, tieso como los demás hombres, los codos bien plegados al cuerpo, fundidos los omoplatos y erguida la armadura de mis hombros, desafiando al mundo todo con la nueva danza luminosa de mi caminar; devolviendo al cielo, como quien dice, todo el peso de sus falsas ilusiones desde la muelle punta de mis pies.