Mecidos
por las olas de la noche, contemplamos desde nuestra barquita los lametones de
fuego del volcán Stromboli, que vomita cada diez minutos una llamarada de
piedra roja y crepitante. Ruedan los pedruscos cloqueteando por la ladera hasta
precipitarse en el mar con un susurro.
Al amanecer nadamos a la costa; trepamos por la piedra negra de luz, batida sin
descanso por el agua. Con nuestras manos y pies desnudos acariciamos los
estratos de rebaba volcánica y uterina congelada en el tiempo y contemplamos los
nudos de piedra informe, de una belleza abisal y cavernaria, que no debe nada a
la mano fatal del hombre, a la triste caricia del animal-poeta que somos,
pienso para mí, que todo lo
reordena y que todo lo anula.
Ayer
noche, con el arco volcánico y anaranjado parpadeando en un cielo infinito de
negrura, mientras el viento nocturno y ciego golpeaba el muro impenetrable del
agua -sobre la que bailábamos indefensos en nuestra frágil barca-, me sobrevino la
conciencia abrumadora de que el hombre no ha inventado el fuego. Huéspedes
inoportunos de un teatro que no reclama nuestra atención, decidimos en los
albores del cosmos, domesticar el fuego y activar esta danza insensata del
tiempo y de la historia, de la soledad del hombre, de sus tropiezos de bestia
enjaulada y ciega. Con nuestros artefactos creativos volvemos la mirada a
nuestra inocencia primigenia, culpables de un delito para el que no encontramos
indulto. “En el corazón de la forma se encuentra una tristeza, una huella de la
pérdida. La talla es la muerte de la piedra”, escribe George Steiner.
En las
cenizas del Stromboli, por cierto, Ingrid Bergman perdió toda ilusión de
escapar a la celda de un matrimonio indeseado. De la película homónima,
recuerdo vagamente a la actriz perdida entre vapores ígneos, desorientada en
una noche de lava y ceniza, despertando a la luz de una mañana que condenaba
toda esperanza de huida. “Somos reducidos a cenizas, sea cual sea el peso de
nuestras esperanzas o la dignidad de nuestro dolor” (Steiner, de nuevo). Somos
reducidos a cenizas.