miércoles, 18 de abril de 2012

Veo mis fotografías ovillarse con el paso del tiempo en una negrura que crece y rueda hacia lo oscuro. Delante de esta mirada, lo desconocido siempre, escondiendo insectos que nunca verán la luz, ni sentirán una caricia. Como si el silencio quisiera alcanzar la oscuridad y el hombre retrasara continuamente este plan solar con sus fervorcillos poéticos, sus dentelladas al hueso inextinguible de la vida,
velando con palabras el cadáver
de los largos día infinitos,
ametrallando el mar,
sin nadie ya que le proteja
del fuego y de los tigres.

A la espera del Tiempo sin sombras,
del Tiempo del silencio del silencio.

¿Quién cubrirá entonces con su manto
los hombros del Vacío sin lágrimas?
¿Quién hollará la tierra en su caída?

Pasará entretanto el instante
de las sombras y de las risas,
de los bailes y de los lamentos,
y entre el polvo de todo nuestro ayer
brotarán mudos los almendros
sin nadie ya para contemplar sus flores.