viernes, 21 de junio de 2013



Siguiendo el fatalista consejo de Jerome, inesperado gurú y cicerone tropical, he decidido aceptar mi condición de ilusionista visual, rendirme a la farsa de mis ejercicios fotográficos de chistera, al orden tramposo con el que mis instantáneas transcriben un mundo irreductible en su caos. De ahora en adelante asumiré los lamentables juegos de luz de mis fotografias como lo que son: pirotecnia de feriante, fogonazos aturdidos con los que pretendo alumbrar la penumbra inabarcable del mundo todo. Dios, Tiempo, Amor, Muerte, etc. mantendrán, a pesar de mis iluminaciones, la nube de su misterio impenetrable. Alrededor de esta hoguera sin luz, bailarán su danza de brujillos de aldea todos los poetastros y hechiceros de bajo vuelo, artistas, charlatanes y pacotilleros, con los que comparto oficio y quiméricas aspiraciones universalizantes.

Leo en la wikipedia que  Houdini, “el más grande ilusionista de todos los tiempos”, fue un supremo escéptico. En su cruzada contra la plaga de espiritistas y videntes, que llenaron los salones  de la época con su parloteo ultraterreno, el famoso escapista desenmascaró a la pitonisa Eva C., célebre médium francesa conocida “por su facultad para  producir ectoplasmas emanados de la vagina”.  El asunto provocó la ruptura entre el mago y sir Arthur Conan Doyle, ciego defensor de la médium y de las corrientes mesméricas tan en boga, quien atribuía con épica testarudez -o turbadora vehemencia, según se mire- al propio Houdini poderes metapsíquicos y paranormales –por más que esté intentara persuadir al escritor de que lo suyo eran puritos trucos, sofisticados ardides de trujimán-.

Hay que imaginarse en 1918 a Harry Houdini, ilusionista confeso, mago descreído, actuando ante un auditorio estupefacto y haciendo desparecer, con sus sortilegios, un elefante de trompa a rabo del escenario del Hipódromo de Nueva York, al tiempo que su entonces amigo y escritor Conan Doyle, padre del detective Holmes, radical paradigma del pensamiento lógico-racional, coleccionaba con fiebre adolescente fotografías de espíritus y otras pruebas de condensaciones bioplasmáticas del Mas Allá. : “Tengo conmigo -le escribía  a Houdini- dos objetos preciosos: dos fotografías, una de un gnomo, la otra de cuatro hadas en un bopsque de Yorkshire. ¡Un truco!, me dirá usted. No señor, me temo que no…”